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Artículo realizado por el Equipo de TKE Home Solutions
Lunes, 04 de julio de 2022, 13:30
La incontinencia urinaria afecta a todos los grupos de edad, aunque sí es cierto que con los años aumenta. En España hay más de 6 millones de incontinentes, la prevalencia global en los hombres es del 7 % y en las mujeres del 24 %, pero en los mayores de 60 años llega al 30 % y el 50 % respectivamente. Dependiendo de la causa, la incontinencia se puede solucionar con rehabilitación, medicación, dispositivos o cirugía. Un urólogo podrá diagnosticar qué es lo más acertado en cada caso.
Los riñones producen la orina, que es un desecho y un exceso de agua. Desde los riñones, la orina viaja hacia la vejiga por dos tubos llamados uréteres y allí se almacena hasta que sentimos ganas de expulsarla. En una vejiga normal caben unos 180 cc de orina, la capacidad de un vaso de los de agua sin llenar hasta el borde. La orina puede permanecer ahí de dos a cinco horas, momento en que habrá que darle salida. Pero este proceso tan normal y habitual, que se produce entre 4 y 8 veces al día, falla cuando los músculos se relajan sin previo aviso y la orina se escapa sin tener en cuenta la propia voluntad, lo que ocasiona un inconveniente personal y social considerable.
La incontinencia puede ser excepcional, ocurrir de vez en cuando, por temporadas o habitualmente, en pequeñas gotas o, en los peores escenarios, es posible que no se pueda retener ninguna orina.
Es el típico escape que se produce cuando uno tose, estornuda, se ríe o realiza esfuerzos, como cargar pesos o hacer ejercicio. Se da más en mujeres jóvenes y de mediana edad.
El afectado nota una necesidad urgente de ir al baño, pero no le da tiempo a llegar. Suele acompañar otras enfermedades o trastornos, algunos también asociados a la edad.
La vejiga siempre se siente llena porque no llega a vaciarse con la micción, lo que produce un goteo posterior. Ocurre a menudo en hombres que tienen una próstata tan agrandada que bloquea la uretra.
Algunas personas mayores, aunque controlan la micción, no se mueven con la rapidez necesaria para ir al baño o no pueden levantarse por la noche. Es más una cuestión de movilidad que hace que no lleguen a tiempo al lugar adecuado.
Si es algo pasajero, también puede deberse a:
Pero cuando la falta de control persiste, la causa puede estar en:
Existen factores de riesgo; por ejemplo, las mujeres tienen más probabilidades porque el embarazo, el parto, la menopausia y su propia anatomía las hace más proclives a la incontinencia. También la edad conduce a que los músculos de la vejiga y la uretra se deterioren. Los antecedentes familiares pesan sobre el número de afectados, y algunas enfermedades y el sobrepeso se asocian con una mayor prevalencia.
El urólogo o, en el caso de las mujeres, el ginecólogo hará un examen físico, realizará un historial completo y, con algunas otras pruebas complementarias, como análisis de orina y sangre, registro y estudio del vaciado de vejiga, etc., podrá determinar la causa y decidir el tratamiento.
Lo más simple y efectivo para solucionar la incontinencia causada por debilitamiento de la musculatura pélvica es reforzarla; en concreto, practicar los conocidos ejercicios de Kegel. Lo primero es identificar los músculos del suelo pélvico conteniendo la orina cuando esté en curso. Se nota que los músculos de la vagina (en las mujeres), la vejiga y el ano se tensan y se desplazan hacia arriba, mientras los glúteos y el abdomen permanecen relajados.
Una vez localizados, con la vejiga vacía, hay que tumbarse bocarriba con las piernas dobladas y separadas, y apretar esos músculos contando despacio hasta cinco para, a continuación, relajarlos por el mismo intervalo de tiempo. Hacer 10 repeticiones y practicar tres veces al día.
Lo normal es que después de 4 o 6 semanas se note mejoría, aunque a veces se tarda más. No hay que aumentar la frecuencia de hacer estos ejercicios ni cortar la micción cuando se esté orinando, pero sí es probable que sea necesario incorporar los ejercicios de Kegel como una rutina de por vida, tanto en hombres como en mujeres.
Algunas terapias para programar las visitas al baño funcionan. Por ejemplo, se pone la alarma del móvil para hacer pis cada hora con el fin de ayudar al control para luego ir alargando los intervalos poco a poco. O se procura retrasar la micción cuando se tienen ganas: al principio solo 10 minutos, después se va prolongando hasta poder aguantar dos horas. Otra práctica, dependiendo del caso, es orinar dos veces seguidas: terminar, esperar unos minutos y volverlo a intentar. El médico o el terapeuta podrán orientar en estas prácticas.
Ciertos fármacos tomados por vía oral o de uso tópico en las mujeres funcionan, dependiendo de qué esté causando la incontinencia. Van bien para solucionar una vejiga hiperactiva y la incontinencia por urgencia o por rebosamiento.
Existen pesarios y oclusores para mujeres con el fin de evitar los escapes. También hay algunos catéteres tipo preservativo y pinzas uretrales para hombres. El especialista determinará si son oportunos.
Este procedimiento de biorretroalimentación o biofeedback consiste en una estimulación eléctrica suave de los nervios vesicales. Se introducen unos electrodos en la vagina, en el caso de mujeres, o en el recto, si el afectado es hombre, y mediante descargas de electricidad se reeducan los reflejos de la vejiga.
En algunos casos, la incontinencia imperiosa puede tratarse con una inyección de bótox que se administra mediante una sonda.
Cuando la incontinencia resulta limitante, tal vez sea posible recurrir a la cirugía con muy buenos resultados, por ejemplo, ante un prolapso pélvico o una próstata agrandada.
Los escapes involuntarios de orina pueden resultar muy limitantes e impedir la actividad normal hasta el punto de que, en ocasiones, los afectados prefieran no salir de casa. Pero salvo excepciones, no hay por qué renunciar a llevar una vida plena y social.
El consejo de oro que vale para todo también es importante aquí: hay que caminar y hacer ejercicio en la medida de lo posible e intentar no permanecer mucho tiempo seguido sentados.
Además de una alimentación sana y variada, no conviene tomar productos irritantes para la vejiga como el alcohol, los picantes, la cafeína, los cítricos, las bebidas con gas...
Es importante dejarlo por razones de todos conocidas, además de que así se evitará la tos y el riesgo de contraer cáncer de vejiga.
La obesidad puede ser causa de incontinencia y también dar lugar a una enfermedad asociada, la diabetes, otro desencadenante de la incontinencia.
Consumir más fibra en la dieta y procurar regularizar la hora de las deposiciones.
Existe ropa interior adecuada para personas con incontinencia; hay productos muy bien diseñados y cómodos tanto para hombres como para mujeres que no se notan, mantienen la piel seca y eliminan el olor.
Algunas incontinencias se deben a la lentitud en llegar al baño por limitaciones físicas, artrosis o barreras arquitectónicas en el hogar, pero existen soluciones de movilidad, como salvaescaleras y plataformas para pequeños desniveles que merece la pena instalar en casa.
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